BULERÍAS



En una noche de vino en la calle la encontré,
le dije: vente conmigo, te doy un amanecer.
Con los ojos del deseo me miró y yo la miré
y bebimos del amor hasta saciarnos la sed.

Cuando desangró la aurora,
sobre el cielo, su arrebol,
como un espíritu libre
se fue sin decirme adiós.

Sólo me dejó al partir
su nombre escrito en el alba
con el lápiz de carmín.

Miré como se alejaba y a los vientos abrace
por ver si se me quedaba, grabado sobre la piel.
Sobre mi pecho quedó el llanto de la mañana
y un alfiler de dolor clavaíto en las entrañas.

Amores de vino son
pajaritas de papel,
que abren sus alas al alba
para nunca más volver.

Diálogos
Paulino Cubero Vallez 
Premio Manuel Machado

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