Fragua donde se fraguaron
los clavos de mi condena,
la cadena del martirio
y el cuchillo de mi pena.
Pobre de mi corazón
que s’ha quedao sin latío…
le mataron la ilusión:
la tristeza y el olvío.
La paz en la sepurtura,
yo la tendré que encontrá,
que esta espina de amargura
no me la puéo sacar.
Ay, su voz de bronce fundío
en el fuego de la fragua;
que t’os los duendes gitanos
los templaba en su garganta
Digo verdá,
digo verdá,
que como José cantaba
con el alma desgarrá.
Carmen
Aguirre Requena
Mención honorífica Fernando Quiñones
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