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Mi casita tiene

ventanita al puerto.

La puerta a la mar y la soledad

habitando dentro.



De las penas mías

la que más me duele,

es no tener yo, cuando vuelvo a casa,

alguien que me espere.



Siete sillas tiene

mi mare en su casa.

Seis en un rincón, que ya no se sientan

los que se sentaban.



Solo sombras y aire,

las sillas vacías.

Pobre e mi mare, en qué soledá

l’ a dejao la vía.



Cuando yo me vaya,

compañera mía;

llórame y después, déjale la puerta

abierta a la vía.


Paulino Cubero Vallez Ausencias
Premio Federico García Lorca 2017

 

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