La fuerzas ya la he perdío
y las ganas de luchar…
y las ganas de luchar…
Sólo me queda esperar
que la muerte, en un suspiro,
que la muerte, en un suspiro,
a mí me venga a buscar.
No hagas acto de atrición
ni me pidas más
perdones,
que aluego me reconcome
lo falso de tu dolor
y tus grandes traiciones.
Omaíta no me llores
qu’el corazón se me parte.
Por ti yo diera mi sangre
si con ello consiguiera
tus penitas aliviarte.
Hacia los cielos partió
el gran Paco de Lucía…
Y allí lo esperaba un “Dios”,
Dios de la gitanería:
que se llama Camarón.
Carmen
Aguirre Requena
Mención honorífica Fernando Quiñones
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