Cae la cálida noche,
la luna llena se viste de nácar,
y el viento de la bahía
transporta el rumor de una mare que canta
una nanita nana.
En un callejón mudo
la oscuriá siluetea con sus manos
una reyerta de besos
entre dos amantes a los pies de un naranjo,
¡ay!, bajo sus ramas.
Luces tras una ventana
narran desvelos, y fatigas, y penas,
y grandes duquelas, y angustias del alma.
Aunque el gallo no ha anunciao la mañana
ya se huele el café
de los currelantes que antes que el sol
se ponen en pie.
Poquito a poco la noche se va...
Cuando llega el alba, de la madrugá sólo quean
lagrimitas de rocío que se han pegaíto en las flores y las yerbas.
Nolo Ruiz Fernández
Premio Rafael Alberti 2019
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