GRANAÍNAS

 

El día que huyó Boabdil 

entre sollozos y lloros, 

relumbraba como el oro 

el agua del río Genil 

despidiendo al rey moro. 


“Adiós, mi bella Granada”: 

dijo el moro al partir. 

Yo me quisiera morir, 

suicidarme con mi espada 

antes de dejarte a ti. 


Cuando Boabdil se rindió 

ante Isabel y Fernando 

su alma rota naufragó 

por lo que iba dejando: 

la Graná de su corazón. 


El moro se enamoró 

y el cristiano te soñaba 

por tenerte a ti, Granada, 

el Genil enrojeció 

por la sangre derramada. 



José Alcántara Blanca 

Premio Rafael Alberti 2020


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